Un lector del diario argentino Madryn escribe sobre los beneficios que ha reportado el turismo naútico y la construcción de una dársena deportiva a la economía local.
Este fin de semana, luego de la exitosa edición de la regata “Copa de las Ballenas”, gran parte de la ciudadanía de Madryn pudo percibir algunos de esos beneficios promovidos durante varios años por los impulsores de una dársena náutica deportiva en nuestras costas. Este proyecto, lejos de disponer una infraestructura “para pocos” tiende a ampliar la capacidad productiva de nuestra ciudad, mediante las múltiples alternativas que abre al turismo y la recreación, complementando y potenciando las de por sí numerosas bondades naturales que posee el Golfo Nuevo.
Hace unos años el ingeniero Carlos Avogardro aseguraba en un estudio sobre la importancia de los puertos deportivos en el marco de los intereses marítimos argentinos, que este tipo de estructuras potencian el aprovechamiento de la infraestructura y atractivos turísticos existentes de un “turismo de playa”, que de por sí, se limita a una reducida época del año, con su implícita capacidad ociosa; a una mayor extensión en tiempo y diversidad con el consecuente beneficio al aumentar el número de visitantes en todas partes del mundo. La realidad indica que la navegación deportiva constituye una interesante fuente de riqueza, cultura, amistad y formación humana.
Actualmente, el parque de embarcaciones deportivas matriculadas a nivel nacional (REY) es de 38.700, según datos de la Prefectura Naval Argentina, y a esta cantidad hay que adicionarle las matriculadas en los Distritos Jurisdiccionales del país. Según la información ofrecida poco antes del último censo nacional de embarcaciones en 2005 por CACEL (Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones), los números indicaban que por año (datos del 2004) se matricularon 2025 embarcaciones nuevas, reflejando un 16 por ciento de incremento respecto de la matriculación del año 2003, proyección que se fue manteniendo de acuerdo a la situación económica nacional.
Dicha cantidad estaba por aquel entonces ya constituida por 44 por ciento de lanchas, 43 por ciento de botes a motor, 7 por ciento de veleros y un 6 por ciento de cruceros.
Sin embargo, esta cantidad de embarcaciones deportivas se encuentra especialmente concentrada en la costa litoral del Gran Buenos Aires, representando por distancia una situación ideal hasta Mar del Plata o Bahía Blanca, pero con serias dificultades para intentar una navegación hacia Patagonia. Al ofrecer puntos de resguardo a través de puertos deportivos, se brindaría seguridad en la navegación permitiendo permanecer en los mismos para disfrutar plenamente de la naturaleza complementada por la acción del hombre a través de los años.
De hecho, existe un mercado receptivo externo importante que vale tener en cuenta y que proviene de países vecinos como Uruguay, Chile, Brasil y en menor proporción de otros países del mundo. Entre otras cosas, el impacto económico, según estimaciones internacionales, demuestra que cada persona que ingresa con una embarcación deportiva a una marina, gasta entre 50 y 400 dólares estadounidenses diarios durante su permanencia. Y una de las ecuaciones más interesantes es la dinamización de las economías locales mediante la suma de oferta recreativa y turística, como así también por el desarrollo de la industria naval local en astilleros pymes, dado que las embarcaciones deportivas en general no requieren de grandes astilleros para su construcción, mantenimiento o reparación.
La posibilidad de ofrecernos como puerto deportivo para eventos nacionales ya es un hecho, ahora falta que se cumplan los tiempos de la ya reanunciada estructura, que ofrecerá otra instancia económica y social a Puerto Madryn y a Chubut.