La falta de noticias sobre la suerte de las embarcaciones propició la movilización general de todos los puertos deportivos de las rías de Arousa, Pontevedra y Vigo, que se volcaron en la búsqueda y auxilio de los participantes.
La Regata Rías Baixas vivió una de las jornadas más duras y accidentadas que se recuerdan en la ya larga historia de la prueba. Rachas de viento que por por momentos superaron los 35 nudos causaron verdaderos estragos que la flota, que sobrevivió a una auténtica galerna.
El vendaval provocó la retirada de cerca de un centenar de barcos (ochenta y ocho en total con todo tipo de daños) y mantuvo con el corazón en un puño a la organización, pues a las 21.00 horas había seis barcos perdidos y hasta pasadas las diez de las noche no se localizó, sano y sano, al último de ellos. Tras la prueba, un recorrido de 30 millas entre Vilagarcía y Baiona, sólo medio centenar de veleros siguen en competición: Los cincuenta y siete que han llegado a puerto y tres más que se esperaba arrivasen a Baiano.