El asunto de la 'actuación ilegal' por parte de la EPPA en la conversión del Puerto Pesquero de El Terrón sigue dando de qué hablar. Adjuntamos un artículo de opinión sobre el asunto.
Al final los perdedores van a ser los profesionales de la pesca de Lepe, que se van a quedar sin su puerto de antaño, dejado a su suerte y ahora mismo sumido en el más triste abandono y con la anarquía haciendo mella en las conciencias de quienes ven cómo las instalaciones van a ser puestas patas arriba con denuncias a diestro y siniestro por medio. Todo porque la Empresa Pública de Puertos de Andalucía ha decidido acometer las obras tarde y mal, o sea, sin ni siquiera el preceptivo informe anual. ¿A ver quien se apunta el tanto ahora?
Sectarismo. La verdad es que no se me ocurre mejor título, por muy feo que parezca, para centrar una serie de hechos que todavía relevan en vísperas de elecciones, una situación que para el electorado debería suponer el gran revulsivo ante promesas incumplidas y agravios comparativos. Yo llamo sectarismo, por ejemplo, al hecho de que un alto cargo de la administración regional condicione una serie de inversiones en Huelva al hecho de que ante los inminentes comicios el alcalde que salga de las urnas sea de su partido o no. Me decía un amigo: ¿Pero cómo se puede decir tamaña barbaridad a modo de coacción, que es todavía más grave, cuando este asunto viene a sumarse —y que demuestren lo contrario— a la serie de carencias que padecemos tanto en la capital como en otros muchos lugares de la provincia, allí donde no gobierna el partido que en el caso de la capital es el que los onubenses votaron por mayoría en las anteriores elecciones?
A Huelva no le llega la Ciudad de la Justicia —o no le ha llegado- porque en Sevilla no ven con buenos ojos que llegue con el actual alcalde y lo demás que lo expliquen con documentos en la mano que también va a ser difícil de creerlo. Yo llamo a eso sectarismo, lo mismo que —trasladándome a la Costa occidental— sucede ahora mismo en una carretera de apenas media docena de kilómetros que ni siquiera aprovechando la romería de la Bella ha sido asfaltada y sí ha sido objeto de unos ramplones parcheos sobre parcheos en lugar de, ante las alecciones y en vísperas de ese acontecimiento romero tan arraigado en el pueblo —¿así quieren conseguir votos para su alcaldable?— haber extendido una capa de rodadura y suprimir una doble curva que paralizó en su día el proceso de iluminación total entre Lepe e Isla Cristina. Me refiero a la carretera entre Lepe y El Terrón, en la que sólo se han preocupado de colocar los correspondientes postes diciendo que es de la Diputación.
No es la primera vez que me ocupo de este asunto ni será la última mientras el ente provincial no corrija esas curvas peligrosísimas y acondicione su pavimento, ahora mismo y desde hace varios años con parches que resaltan sobre el viejo pavimento y acentúan aún más la peligrosidad que ya de por sí encierran las incomprensibles curvas. ¿Qué apostamos que todo seguirá igual si continúa el mismo alcalde? Bueno, yo diría que a lo mejor, para celebrar su hipotético triunfo aparecen fondos del cajón menos pensado y el asfalto se convierte en tarta de celebraciones. Unas celebraciones que —por otra parte— ya veremos cómo terminan si es que sigue adelante el no menos viejo proyecto de convertir el tradicional puerto de El Terrón en puerto náutico y deportivo, «de forma ilegal», según acaban de advertir los ecologistas.