Al margen de posibles medallas, todos los equipos del mundo de vela hablarán gallego en las próximas olimpiadas. Y es que Pekín se decantó por una empresa viguesa, Aister, para construir los pantalanes de Qingdao, ciudad situada al noroeste de China sede de las pruebas de dicha especialidad. José Antonio Piñeiro, propietario de la casa, reconoce que firmar el contrato no fue fácil. «Fue fruto de una complicada negociación, sobre todo desde el punto de vista técnico», afirma.
Aister no sólo tuvo que competir con una decena de empresas punteras a nivel mundial (ninguna otra española), sino que cuando tuvo conocimiento del concurso, éste ya estaba prácticamente concedido a una firma francesa. «Fueron nuestras novedosas soluciones a los retos que planteaba la instalación lo que, finalmente, terminó por convencer a los chinos de la bondad del proyecto», subrayó Pedro Fernández, responsable de exportaciones.
La marina, en la que algunos equipos ya han realizado los primeros entrenamientos, cuenta con un total de 300 puntos de atraque, lo que ha supuesto una inversión de 1,2 millones de euros. Dado que la actividad náutica está despertando en el gigante asiático, Aister cree que el proyecto puede ser la punta de lanza de cara a futuros pedidos. De hecho, más del 50% de su producción termina en terceros países, fundamentalmente en Oriente Medio, pero también en Francia, Italia, Suiza, Grecia y Perú. En éste último están construyendo una marina con dos centenares de atraques.
Aister se decantó por los puertos deportivos hace 20 años. «La crisis del sector naval pasó factura en los 80. El Gobierno dijo que el futuro estaba en la diversificación, y eso hicimos. Sin abandonar lo nuestro que eran los aislamientos, la carpintería naval y la habilitación de grandes buques, iniciamos este camino», explica Piñeiro. Recuerda que el primer trabajo de este capítulo, para ellos desconocido entonces, lo hicieron en Sanlúcar de Barrameda, para dar servicio al barco que unía la localidad con el parque de Doñana.
Su especialización les valió también en su día que Repsol recurriera a ellos para construir los grandes cilindros que, finalmente, permitieron sacar el fuel del Prestige.
La reactivación de la construcción naval ha hecho que Aister se haya planteado contar con astillero propio. Es el último proyecto en el que se han embarcado. Si los planes no se tuercen, antes del próximo verano saldrán al mercado los primeros yates de lujo en serie construidos completamente en aluminio. Tampoco este apartado guarda muchos secretos para ellos, ya que entre sus clientes de barcos especiales figuran la Guardia Civil, la Cruz Roja, Salvamento Marítimo o Defensa, entre otros.
Las dificultades para obtener suelo industrial en Vigo, les llevó, como a tantos emprendedores de la ciudad, a plantearse cruzar el Miño e instalarse en Portugal. Finalmente, encontraron una oportunidad al otro lado de la ría, en lo que fueron las instalaciones de una firma de conservas moañesa. Podrán así concentrar las pequeñas sedes que ahora tienen diseminadas entre Vigo, O Porriño y Pazos de Borbén.