"Hoy es fiesta en Boiro", dijo el alcalde, Xosé Deira, que ordenó lanzar bombas de palenque para recibir al presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y a la consejera de Política Territorial, María José Caride. En realidad, no era para menos, pues acudían a Cabo de Cruz para colocar la primera piedra de la nueva dársena, una deuda histórica reclamada desde hace tres lustros. Se trata de la segunda actuación más importante que acomete Portos en Galicia, por volumen de inversión, tras la ampliación del puerto de Brens, en Cee.
Con esta obra, presupuestada en diez millones de euros y que durará dos años, se multiplicará por seis la actual zona de abrigo, aumentando de 35.ooo a 210.000 los metros cuadrados de la actual dársena. Para ello se prolongará el actual dique en 405 metros y se retirará la escollera, que ya carece de sentido. En el extremo opuesto se hará el contradique, de 605 metros de largo. A partir de entonces, no sólo estarán protegidas de los duros vientos del norte y del nordeste las embarcaciones bateeiras y pesqueras, sino también las deportivas...