El desarrollo de la náutica de recreo en Vizcaya se encuentra condicionado por el déficit de atraques y puertos deportivos. Según la dirección de Puertos del Gobierno vasco, en la actualidad existen 3.578 puntos de fondeo debidamente acondicionados, entre pantalanes y boyas. Una cifra que, salvo en el caso de Getxo, que aún dispone de algunos huecos libres, resulta insuficiente para satisfacer la creciente demanda del sector, que cada año registra una media de unas 225 nuevas matriculaciones de naves destinadas al ocio. «Hay mucha gente que no se anima a comprar un barco porque no encuentra un sitio para dejarlo que le resulte cómodo», coinciden en señalar fuentes de distintos puertos y capitanías marítimas.
La dársena de Getxo es la única que, de momento, se libra de las aglomeraciones. Ahora mismo se encuentra «prácticamente llena» debido al elevado tránsito de barcos de recreo durante el verano. En invierno se pueden ver algunos huecos en sus pantalanes, pero tampoco demasiados. En los últimos doce meses, la ocupación en sus muelles ha crecido un 10%, hasta situarse en 637 amarres cubiertos de forma permanente sobre un total de 827. Registros que, además, se enmarcan en un periodo de tiempo en el que se han abierto los puertos deportivos de Zierbena, Santurtzi y Bermeo.
Santurtzi, con 743 plazas, también tiene espacio libre. Aunque no por falta de interesados. Más de un año después de la apertura de su puerto deportivo, el Ayuntamiento aún no ha solucionado los problemas de gestión que le impiden adjudicar nuevos puntos de atraque. Ahora mismo, a pesar de las más de cien peticiones cursadas, la mitad de sus pantalanes permanecen vacíos. Y los que están ocupados -unos 370- acogen embarcaciones que fondeaban en la localidad marinera desde hace tiempo.
Getxo y Santurtzi no dejan de ser una excepción en Vizcaya. Y es que, desde Ondarroa hasta Zierbena, la falta de amarres es el principal rompecabezas de los aficionados a la náutica. En el puerto de Bermeo, por ejemplo, gestionado por la sociedad pública Euskadiko Kirol Portua SA (EKP) y que posee las tasas de atraque más caras de la provincia, las obras de rehabilitación de la antigua dársena se finalizaron durante el año pasado, lo que permitió construir 392 amarres. «Ya están todos están ocupados y además hay una lista de espera bastante grande para conseguir uno», explican fuentes de la Coordinadora de Asociaciones de Usuarios de Embarcaciones de Recreo de Puertos de Euskadi (CAUERPE).
En Castro, destino vacacional de un gran número de vizcaínos, los problemas son muy similares, aunque con la dificultad añadida de que sus 253 plazas, «todas adjudicadas desde hace tres o cuatro años», son boyas. Es decir, puntos de sujeción flotantes que no cuentan con las facilidades ni con los servicios que ofrecen los pantalanes.
Esta carencia generalizada, sin embargo, no tiene tanto que ver con el precio de los amarres como con «las dificultades que existen en la costa vizcaína» para impulsar nuevas dársenas. «Construir un puerto deportivo en el Cantábrico no tiene nada que ver con hacerlo en el Mediterráneo. Aquí sale mucho más caro porque hay muy pocos días en los que se pueda trabajar sobre el terreno», señalan fuentes de distintos embarcaderos.
De hecho, la dirección de Puertos y Asuntos Marítimos ha realizado un estudio en el que -tomando como referencia las tasas que se cobran en Bermeo y barcos de seis a ocho metros de eslora- se concluye que el amarre supone sólo el «20%» del gasto de mantenimiento de una embarcación. Nada que ver con los precios que se pagan en el Mediterráneo. En Alicante, en el Club Náutico Moraira, por poner un ejemplo, un atraque para una nave de unos 15 metros de eslora puede rondar los 400.000 euros, mientras que en Getxo se puede conseguir por unos 45.000.