Es insostenible que en el último año los ayuntamientos del litoral, tal y como denuncia Greenpeace en el informe Destrucción a toda costa 2007, hayan aprobado la construcción de tres millones más de viviendas.
El litoral no es sólo un elemento de valor ecológico, es también la franja sobre la que se asienta una de nuestras principales actividades económicas: el turismo. Estudios recientes muestran que, apesar de la euforia oficial, hay datos preocupantes: cada vez el turista está menos tiempo y deja menos dinero. Es decir, crece el turismo barato. Sólo un espacio ambiental bien conservado puede mantener una cierta calidad en el turismo.
Por eso, la propuesta de Greenpeace de proteger hasta un 40% del mar Mediterráneo debe ser tomada en consideración. No se trata sólo de preservar nuestros recursos naturales, lo cual, por cierto, es de enorme importancia, sino de garantizar la preservación de la costa para todas las actividades que asienta. Es una cuestión de sentido común...