En la sección de Cartas al director de Diario Sur, un aficionado al mar realiza una interesante y apasionada defensa de los puertos deportivos, declarando que ya no se trata de "una afición para ricos".
Cada año, miles de ilusionados ciudadanos acuden a las convocatorias de exámenes que les capacitarán para el manejo de embarcaciones deportivas. Futuros patrones y capitanes que, en breve, pasarán de la pasión por la mar a la realidad del dique seco. Resulta paradójico pensar cómo uno de los países con mayor tradición marinera de Europa le pone tantas trabas al mar.
Quizás todo parta de la mentalidad atrasada en la que el mar es solo una «afición de ricos», y que sea necesario revisar. Mantenemos el mayor nivel de impuestos de nuestro entorno, especialmente en lo referente al IVA y matriculación, encareciendo el precio de las embarcaciones entorno al 30%. Adicionalmente, nuevas tasas, exacciones y requisitos administrativos vienen impuestos regularmente a los propietarios, quienes finalmente deberán afrontar las carencias de puntos de atraque y la especulación que esto ha creado.
El resultado de todo lo anterior se materializa en la ausencia de una gran masa social que se ve privada al disfrute del derecho común al mar, en favor de una pequeña minoría. En el aspecto deportivo, hemos cosechado éxitos, no cabe duda, pero a pesar de los últimos esfuerzos de promoción de la náutica deportiva, aún parece que estamos lejos de situarnos donde sin duda nos merecemos, ajenos aún a grandes eventos dominados por franceses y anglosajones.
Mención aparte merece el aspecto económico, como medio de promoción turística y residencial, capaz por sí sola de revitalizar y dinamizar económicamente el área de influencia de cada puerto deportivo...