Al Kassar no se escondía en Marbella. Era frecuente distinguir su cabellera canosa por las tardes en uno de los bares más clásicos de Puerto Banús, rodeado de guardaespaldas que no ocultaban sus armas. «Hacia casi ostentación de su impunidad», decía ayer una vecina. Eso si, el sirio siempre estaba bien protegido. Desde el citado bar se puede ver la urbanización que promovió él y que sin duda marcó un antes y un después en la estética marbellí.
Situada a la entrada de Banús, sus fuentes, oros y mármoles contrastan con la estética de pueblo marinero que se le quiso dar a la primera fila del puerto deportivo. Era tal la querencia de Al Kassar por la Costa del Sol y por las virtudes de Marbella y Puerto Banús, que la prensa anglosajona, que le sigue con asiduidad, le llegó a bautizar como 'El príncipe de Marbella'. Al Kassar no es el único sirio prominente en haber elegido la Costa del Sol como residencia. Rifaat al Asad, tío del actual presidente sirio, hace muchos años que vive exiliado en Marbella. Y otro traficante de armas, Adman Khassogui, hizo de la ciudad malagueña su residencia en los años 80.