Cuando no se viste de luces, le gusta irse a la orilla con una caña de pescar a probar suerte. Los días de poniente, cuando el mar está en calma, José Tomás puede contemplar desde la terraza de su casa un triángulo perfecto: el norte de Africa, la parte trasera del Peñón de Gibraltar y el puerto deportivo de Estepona.
Cuando el diestro de Galapagar se quita el traje de luces y vuelve a su refugio malagueño al volante de su BMW serie 5 lleva una vida normal. A veces, el adjetivo normal suena insípido porque carece de matices, pero en el caso de José Tomás es así. Lleva una vida placentera, eso sí, pero sencilla...