La náutica comienza a soltar amarras. Así lo atestigua la evolución del sector durante la última decada, un período en el que la creciente demanda de servicios asociados a esta actividad ha hecho que la producción de embarcaciones crezca en España a ritmos anuales del 10 por ciento. Entre las causas de este auge los diferentes agentes del sector apuntan varias y de muy diversa índole: hay quien piensa que la imposición del deporte en la cultura del ocio hará que la fiebre vivida con el golf se reproduzca en la náutica —en nuestro país ya hay cerca de 220.000 licencias concedidas para deportes náuticos—; otros creen que la liquidez generada por el negocio inmobiliario ha llevado a muchos a invertir en su propio barco, y en algunos casos se reconoce ciertamente su utilidad para dar salida al dinero negro.

Lo cierto es que todos coinciden en que la demanda ha repuntado deforma significativa y, sobre todo, en que empieza a desvanecerse el mito de que navegar está reservado a los más pudientes. Miquel Guarnes, secretario general de la Asociación de Industrias, Comercio y Servicios Náuticos (ADIN), subraya, a ese respecto, que el 80 por ciento de las embarcacanes que se matriculan no son de lujo y, "al igual que todos tenemos un pisito y un cochecito, también podríamos tener una pequeña embarcación a partir de 3.000 euros. Los finlandeses lo tienen tan claro que por cada 100 habitantes hay cerca de 30 embarcaciones; claramente todas las familias disponen de un botecito con el que navegar, mientras que en España esa proporción baja al 1 por clento. José López, gerente de la firma Rodimotor —trabaja con 8 astilleros y desde Málaga distribuye a clientes de todo el territorio naclonal--, incide en esa ruptura del mito y apunta que los modelos que más se venden hoy cuestan menos que un automóvil. En este sentido, destaca el tirón de las embarcaciones de pesca-recreo y las lanchas abiertas, cuyos precios rondan los 22.000 y 13.000 euros, respectivamente. "Se trata de barcos de hasta seis metros de eslora, que no tienen que pagar impuesto de matriculación de lujo, requieren titulaciones menos exigentes y amarres más económicos y no pagan inspección", indica López.

Por otra parte, el gerente y propietario de Asrtraea, Juan Sánchez Calera, cree que el perfil del aficionado a la náutica varía mucho en función del tipo de barco que compre o utilice. Sin embargo, coincide con otros agentes del sector en que la edad media ha bajado en los ultimos años, debido a "la bonanza económica y a que los jóyenes tienen ahora más poder adquisidvo que antes". En ADIN senalan que el 98 por ciento de las embarcaciones de recreo las adquieren hombres, ganando algo de peso las mujeres en las de menor eslora. El 90 por ciento las compran personas demás de 20 años, y la mitad del mercado está entre los 35 y los 60. Para barcos de 7 a 10 metros, los más asiduos son los autónomos, abogados, arquitectos y empleados de compañías de servicios, distribución y moda. A partir de esa eslora, lo que predominan son los propietarios de empresas, ejecutivos financieros y de la gran distribución y médicos...